Cada uno de nosotros, como Formadores, nos encontramos a diario ejerciendo diferentes roles. Por momentos, asumimos el rol de Profesor, transfiriendo conocimiento en nuestras aulas a partir de un programa académico que nos propone el ministerio de educación.
En otros momentos, asumimos el rol de Entrenador, al desarrollarle a nuestro alumno una habilidad o competencia a partir de asignarle algún ejercicio repetitivo. Tal como lo hace un Personal Trainer, al proponernos varias series de un mismo ejercicio para desarrollar algún músculo en particular.
También, podríamos asumir el rol de Coach, al guiar a nuestro alumno con preguntas poderosas para que ellos encuentren su propio camino en función de su propósito y empoderarlos a partir de descubrir el “para qué” de lo que quieren lograr.
Asumimos, además, el rol de Asesor, valiéndonos de nuestra profesión, la cual nos ha dado autoridad para ello. De ahí el Asesor de Marketing, de Finanzas, de RRHH, de Calidad, de Legales, Impositivo.
También, podríamos asumir el rol de Mentor, al transferirle esa sabiduría producto de la experiencia obtenida al haber ya vivido lo que nuestro alumno/discípulo está por vivir.